miércoles, 4 de marzo de 2020

TRASTORNOS ALIMENTARIOS


El 75% de los españoles con algún tipo de trastorno alimenticio son jóvenes de hasta 24 años

La cifra de personas afectadas con trastornos alimenticios va en aumento.
Los desórdenes alimenticios son cada vez más frecuentes en esta sociedad preocupada por la apariencia física, y su aparición es cada vez más temprana, hasta llegar al punto de que niños se encuentren obsesionados por su fisonomía, hecho que hace cincuenta años era impensable. Los trastornos alimenticios enmarcan varias enfermedades crónicas y progresivas, de carácter psicosomático, y a pesar de que se manifiestan a través de la conducta alimentaria, en realidad consisten en una complejidad de síntomas entre los que prevalece una alteración o distorsión de la auto-imagen corporal, un gran temor a subir de peso y otros problemas relacionados con la aceptación por parte de otras personas. Estos trastornos producen falta de autoestima y pueden tener consecuencias letales. Estos son los trastornos alimenticios más frecuentes en la adolescencia:
- Anorexia nerviosa
La anorexia se caracteriza por una obsesión por la delgadez provocada por la falta de ingesta de forma voluntaria, aunque también se puede acompañar de la práctica de ejercicio hasta el límite de la extenuación. Los adolescentes que presentan este problema suelen evitar las horas de la comida, sobre todo si estas suponen sentarse a la mesa con el resto de la familia.
Cambian sus hábitos alimentarios para evitar comer con otras personas, y así no tienen que disimular y pueden saltarse esta comida sin levantar sospechas. Además, aumentan la cantidad y la intensidad de ejercicio físico, y cambian su vestuario tratando de disimular su nueva figura.

- Bulimia nerviosa
La bulimia consiste en comer, de repente, de manera compulsiva y haciendo grandes excesos. Suelen comer sobre todo dulces, bollería, pasteles, y comidas extremadamente calóricas, con mucha grasa. Tras la ingesta, el enfermo procede a forzar el vómito para vaciar su estómago o utiliza laxantes para evacuar la comida. La bulimia es un círculo vicioso de «restricción-atracón-vómito».
En numerosas ocasiones se pueden observar heridas en las manos, los dedos o lo nudillos de los enfermos ya que estos se ven implicados cuando la persona se provoca el vómito; y que el adolescente se queje de un falso estreñimiento, para justificar el uso de laxantes. Las visitas al baño de los adolescentes con bulimia se ven aumentadas, y se puede observar un aumento en el uso de chicles, para disimular el mal aliento tras provocarse el vómito.
Además, suelen preocuparse en exceso por su salud dental, lavando los dientes y utilizando colutorios bucales con frecuencia. Por otra parte, la desaparición de porciones de comida de la nevera, particularmente aquellas con más grasas y carbohidratos, puede ponernos en alerta sobre este trastorno alimenticio.

- Combinación de ambos
Sin embargo, con más frecuencia que aislados, estos trastornos se alternan o se combinan, teniendo temporadas de anorexia nerviosa alternadas con otras de bulimia.

-El trastorno por atracón 
Las personas que padecen dicho trastorno comen demasiado y sienten que pierden el control para dejar de comer. Suelen comer por atracón, es decir, ingieren grandes cantidades de comida incluso cuando no tienen hambre y por ello se pueden sentir mal o culpables a posteriori. A menudo ganan peso llegando incluso a tratarse de sobrepeso.
Muchas personas con trastorno por atracón comen más deprisa de lo normal. Incluso pueden comer a solas para que se familia y amigos desconocen cuánto come. En ocasiones se confunde el trastorno por atracón con la bulimia nerviosa, sin embargo, las personas que padecen el primer trastorno no vomitan de forma voluntaria, ni usan laxantes ni hacen ejercicio físico para compensar sus atracones. Cuando una persona se da un atracón por lo menos una vez a la semana durante tres meses seguidos tal vez padezca dicho trastorno, por lo que sería aconsejable que acudiera a un especialista.
Estos trastornos están siendo reforzados por una sociedad que impone cánones de belleza irreales a través de la publicidad con anuncios con modelos o famosas de delgadez extrema. De esta forma, el 70 % de los adolescentes, según datos de la Fundación Fita y de la Asociación española para el estudio de estos trastornos, no se siente a gusto con su cuerpo y seis de cada diez chicas creen que serían más felices si estuvieran más delgadas. Las estadísticas demuestran que son las chicas las más afectadas en estos tipos de trastornos, pues suponen el 90% del total. Las adolescentes, que están atravesando una etapa difícil en la que la autoestima aún está formándose, se sienten impulsadas a seguir esos ideales pensando que corresponden a la normalidad y que si esas modelos pueden estar así de delgadas y alcanzar el éxito social, ellas deben y pueden hacer lo mismo. La presión social y la gran influencia que ejercen las redes sociales en nuestra vida, en muchos casos, son los principales agravantes de estas enfermedades. De tal manera, incluso con un peso corporal normal, los adolescentes pueden tener fácilmente la percepción de que están gordos. Esto puede desencadenar una obsesión por bajar de peso y hacer dieta.
“Me asusté cuando me dejó de bajar la regla y una vez que me salieron unos bultos en la ingle y el médico me dijo que eran los ganglios que se me marcaban. Me asusté, pero no quería parar” “Mi vida comenzó así a ser regida por la mentira, la manipulación, los sentimientos de vacío desmedidos, la falsa seguridad depositada en el cuerpo…” Las anteriores oraciones son fragmentos de testimonios de personas que padecieron y superaron alguno de los trastornos anteriormente citados. En ellos se puede observar la desesperación y el poco control que llegaron a tener sobre su propio cuerpo, y como aun sabiendo que tenían un serio problema no podían parar. En ocasiones decían estar orgullosas al mirarse cada día en el espejo y verse más delgadas, incluso después de conocer su trastorno. Poco a poco las mentiras se apoderaron de ellas hasta el punto de que llegaron a confundir la vida real y el mundo que ellas mismas habían creado. Por suerte, estas chicas recibieron ayuda de especialistas, y aunque fue difícil y tuvieron recaídas, ellas mismas aseguran ser más felices que nunca porque por fin su cuerpo es suyo, y no de nadie más. Ahora tienen las riendas de su vida.

Nerea G.S.

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